Ciudad de Panamá (Parte II - 3 en 1)


En Ciudad de Panamá hay tres ciudades en una: la moderna (de grandes edificios, de los que tienen forma de tonillo o los que son propiedad de Donald Trump), la del Casco Antiguo (con casas coloniales restauradas) y la vieja (mi favorita). Hay para todos los gustos, ¡perfecto! 

Un poco de historia: La ciudad fue fundada el 15 de agosto de 1591 por Pedro Arias Dávila, convirtiéndose en la primera española en el océano Pacífico. Sin embargo, por aquellas cosas del destino, en 1671 fue atacada por el famosísimo Henry Morgan, que – para no dejar perder la tradición y el buen nombre de los piratas – tenía planes de saquearla. Antes que permitir semejante sacrilegio, el Capitán General de Tierra Firme, Don Juan Pérez de Guzmán, ordenó evacuar la ciudad y volar los depósitos de pólvora (a lo Antonio Ricaurte: “en átomos volando”) provocando un gigantesco incendio que la destruyó totalmente. 


Gracias a ese acto heroico (¿?) es que los turistas podemos disfrutar de las ruinas de la vieja Panamá, declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO en el año 2003. Cuando fui el Centro de Visitantes estaba cerrado (lo hacen a las 05:00 pm), pero tuve la fortuna de apreciar el atardecer en las ruinas sin ningún otro turista y sólo con las personas que me acompañaban. 

De todo el lugar fueron dos estructuras las que más me llamaron la atención: el convento de la Concepción y la torre de la catedral. La torre (intervenida arquitectónicamente para que los visitantes la puedan utilizar como un mirador), mide 30 metros de alto y es perfecta para ver las ruinas, las islas cercanas en el pacífico y la ciudad moderna. Por momentos, es fácil viajar en el tiempo e imaginar cómo era Panamá quinientos años atrás. 

En el área – que se encuentra perfectamente señalizada – también se pueden encontrar ruinas (aunque en peor estado) del cabildo, la Compañía de Jesús y los conventos de San Francisco, de la Merced y de San Juan de Dios, el Fuerte de la Natividad y vestigios de dos puente: el del Rey y el del Matadero. 

Para seguir con el recorrido histórico, el Casco Antiguo (declarado Monumento Histórico por la UNESCO) es una visita obligada. Me alegré al ver que el de Cartagena es mucho mejor (sé que las comparaciones son odiosas pero… ¡la tierrita llama!). Aunque, dejando el patriotismo a un lado, debo admitir que tiene un gran potencial. Si así como está (con falta de restauración de gran parte de sus edificaciones), es un lugar mágico, con un poco más de inversión sería sorprendente. Pero estoy pensando como un capitalista… el Casco Antiguo no sería el mismo si todas las casas coloniales fueran restauradas y se convirtieran en tiendas boutique. No se podría caminar y pasar de una calle con un hotel de lujo, a una en la que sus humildes habitantes ya están acostumbrados a las cámaras de los turistas. Se perdería parte de su esencia.


Entre el mercado de mariscos y el Casco Antiguo, hay una cuadra en la que los vendedores de comida callejera de toda américa latina parecen haberse dado cita. Aunque no parecía muy segura, sin teléfono, cámara u objeto de valor que temiera perder en caso de un asalto, en compañía de dos europeos (que serían mejor carnada que yo), decidimos recorrer el lugar y dejar que el olfato nos guiara. No paso mucho tiempo hasta que miré una camiseta familiar (la colombiana) vendiendo empanadas. Aprovechando que Juan Balboa* no había probado nunca empanadas de mi país, hice patria y lo invité a comer. Creo que le gustó porque repitió, su inexpresiva cara sonrió y prometió venir a Colombia.


Pero si el suyo es un paladar más exquisito, en la Plaza Bolívar podrá encontrar cinco restaurantes (Ego y Narciso, Casa Blanca, Segafredo Zanetti Espresso y la cevichería de Ciao Pescao) que sirven sus platos en la plaza, creando una especio perfecto para una cena bien bohemia. 

Ahora, si prefiere un ambiente más moderno y disfrutar de la famosa vida nocturna de la ciudad de Panamá, una de las zonas preferidas por propios y extraños es la calle Uruguay. Si quiere ahorrar dinero, por lo menos en el transporte, no tome el taxi ahí, aunque en este país el regateo con los taxistas es una especie de tradición nacional, en esa zona inician con tarifas altas y no las bajan fácilmente. Mejor camine unas cuantas cuadras y ahórrese unos dólares. 


Aunque parezca un poco absurdo ir a un centro comercial en un viaje, tratándose de Panamá es diferente. Sin planearlo, llegué a la ciudad en el black Friday, sin embargo, sólo caí en cuenta de esa fecha cuando el taxista me preguntó de dónde venía y si en Colombia este día de compras a precios especiales también se celebraba. Según él, gracias ese “viernes negro” (que en realidad duraría todo el fin de semana), 70 mil viajeros habían llegado a la capital del país. Con semejante cantidad de personas y en un día tan especial, dejar de hacer shopping hubiera sido un crimen. Aprovechando que cerca de mi lugar de hospedaje se encontraba Multiplaza, comprobé de primera mano que eran miles las personas que hacían compras. 



No lo visité, pero según me dijeron los locales, Albrook es el mall más grande Panamá y ahí se puede encontrar de todo: desde las marcas más caras, hasta productos en descuento. Así que si su visita tiene como fin visitar la ciudad para vitrinear y comprar, no lo dude, desde el primer día deje la maleta en su hotel, agarre su billetera y diviértase gastando dólares. Eso sí, no se lo gaste todo porque en la ciudad hay muchos otros lugares para visitar

* Nombre que debo darle al alemán de origen polaco que me acompañó, porque soy incapaz de recordar el verdadero.