5 cosas que aprendí de viajar por Europa solo

Viajar solo permite pasar el tiempo como se quiera, por ejemplo, asistiendo a una exposición sobre Kerala (India)

Después de haber viajado durante casi un mes por el viejo continente, aprendí cinco cosas que me gustaría compartir. Aunque decir que fue un viaje que cambió mi vida es exagerado, no reconocer que este tiempo en tierras extrañas me enseñó mucho también sería injusto. 

1. Nunca se viaja solo: Aunque se viaje sin un familiar o amigo, nunca (o por lo menos casi nunca) se está solo. Sí, es verdad que por momentos uno quisiera estar en compañía de alguien cercano, también es cierto que la nostalgia aparece cuando uno se ve un atardecer. Sin embargo, el viajar sin acompañante nos convierte en seres más sociables, abiertos (como nunca antes) a conocer personas nuevas. 

Al salir de nuestra zona de confort y viajar solo, no es difícil que entablemos conversación con la primer persona que veamos. De hecho, como viajero-turista, las excusas y los lugares para hablar con un desconocido parecen infinitos. Hostales, estaciones de metro, calles, aviones, trenes y hasta puentes se convierten, de un momento a otro, en sitios ideales para hacer nuevos amigos.

2. Lo mejor es viajar liviano: No es un cliché, tampoco es un consejo que se deba tomar en vano. Si pudiera viajar en el tiempo y retroceder al momento en que estaba empacando, hubiera sacado, por lo menos, el 25% de mi equipaje (y eso que mi mochila no era grande). Aunque solo pesó 11 kilos durante sus últimos días, mi maleta me irritó más de una vez. No fue cómodo correr con ella cuando llegué tarde al aeropuerto de Cracovia y no fue nada agradable recorrer (con ella en mi espalda) la ciudad alta de Bergamo. Por momentos la quise dejar a un lado, huir y nunca más volverla a ver. Por eso, y como un consejo que espero (y ruego) sigan, lo repito: se debe viajar liviano.

Estación de tren de Marsella

3. Viajar en tren es lo mejor: Aunque no a toda partes se puede llegar en tren, en todos los lugares en que exista una vía férrea y se puede llegar en este medio de transporte, tómenlo. ¿Porqué? Porque es barato, siempre (o casi siempre) llega al centro de la ciudad, y no hay que llegar dos horas antes para subirse a él. Sin olvidar que uno se ahorra el tedioso registro de seguridad que se debe hacer antes de tomar un vuelo. 

Ahora, si por obligación hay que volar, es conveniente evaluar si una aerolínea de bajo costo es, en realidad, mas barata. Si hay que pagar una tarifa adicional por equipaje, o si el vuelo sale desde el aeropuerto más alejado de la ciudad (como casi siempre pasa con las aerolíneas low cost), compensar los costos (y el tiempo) entre una "aerolínea normal" y una "barata" es recomendable. 

4. La tecnología es el mejor aliado: No imagino cómo viajaban las personas hace 20 años. Gran parte de mi viaje se facilitó por la tecnología: compra de vuelos, pasajes de tren, reservas de hostales, itinerarios en las ciudades y mucho más. Además de mi pasaporte, el objeto que más temía perder era mi celular (y no solo por las fotos). Gracias a CityMaps2go, por ejemplo, a pesar de no tener una simcard e internet en mi teléfono móvil, logré reducir mis momentos de pérdida al mínimo. Aunque por momentos no funcionó (se necesita una primera conexión a internet en la ciudad para que después el GPS sirva), los mapas de esta aplicación fueron una herramienta muy útil en mi viaje por Europa. 

París Metro fue la otra app que me salvó de perderme en París más de una vez. Su utilidad no tiene discusión: se escribe la estación de metro mas cercana, el lugar al que se quiere ir y voilà, en el celular se muestra la mejor ruta para llegar por el subway. Me fue tan útil y me hizo sentir tan experto en el sistema de transporte parisino, que incluso me sirvió para indicarle a una pareja de gringos cómo llegar a su hotel. 

5. No hay nada como viajar despacio (y ser flexible): Al planear el itinerario intenté que este fuera mi norte: no correr por el afán de conocer el mayor numero de lugares posibles. Sin embargo, en algunos momentos de mi viaje sentí que fracasé. En mi defensa debo decir que antes de estar en un lugar no se sabe cual es el tiempo ideal (o mínimo) para pasar en un ciudad. Los días en Roma fueron insuficientes y la belleza de Florencia no le dejaron espacio a Venecia. Por eso, así como viajar despacio es importante, lo es el ser flexible.