Visita relámpago a Santa Fe de Antioquia


Con calles empedradas e históricas edificaciones, Santa Fe de Antioquia es uno de esos pueblos paisas que no hay que dejar de visitar. Aunque mi vista fue relámpago y agotadora (¡el calor que hace al medio día es increíble!), las pocas horas que pasé en este población antioqueña fueron suficiente para entender porqué me la habían recomendado tanto, y para convertirme en una promotor más de su particular belleza. 

Al igual que el camino a Guatapé, el viaje a Santa Fe se puede iniciar en la terminal del norte de Medellín, con un pasaje en bus que no es superior a $12.000 pesos. El trayecto se me hizo un poco más largo que al Peñol, pero valieron la pena las más de dos horas adentro del bus: el paisaje es inspirador y el centro histórico mágico.


Como el recorrido fue express, el plan se limitó a una sesión fotográfica de las iglesias coloniales, una pruebita de la comida local y atravesar el famosísimo puente de occidente.


Las iglesias de Santa Fe de Antioquia son bonitas y, al igual que en Villa de Leyva, existe un museo de arte religioso. El museo monseñor Toro está situado en un costado de la Iglesia de Santa Bárbara, en lo que fuera en el Siglo XVII el colegio de los Jesuitas.


Para disfrutar de la gastronomía local fueron dos los restaurantes elegidos: Parrilla & Crepes (ubicado en el centro comercial la contaduría, al lado del parque principal), y Porton del Parque. Aunque - estrictamente hablando - en Portón no comí (pero tomé limonada helada, perfecta para el clima del pueblo), fue el que visualmente más me gusto. Su decoración es sorprendente, y colorida. Cuadros en casi todas las paredes, objetos antiguos colgando del techo y un bonita fuente al interior, convierten a este restaurante en una visita obligada.


Por muy relámpago que fuera el paseo, no podía dejar de ir al ícono de este municipio antioqueño. En un mototaxi (que por $15.000 hace el recorrido ida y vuelta), visité a ese puente que desde niño veía en fotos, en la canción de entrada de Hombres de Honor, y que durante mucho tiempo no supe donde quedaba. ¡Por fin conocí el puente de occidente!


Declarado Monumento Nacional de Colombia en 1978, este puente (terminado de construir el 27 de diciembre de 1895 y de 291 metros de longitud), durante muchos años fue una importante vía de comunicación en el occidente antioqueño. Hoy en día, con su restauración, recupera su antiguo esplendor y enamora a más de un turista que se vuelve loco por tomarle fotos desde todos los ángulos posibles.


Pero además de fotográficamente gratificante, mi vista al puente fue histórica y culturalmente enriquecedora. Aprendí (gracias a uno de los guías informales que hay en el lugar) datos increíbles (¿acaso inventados?). Supe que José María Villa (el ingeniero encargado de la construcción de la estructura), era un borracho genial, que tenía en su cabeza los diseños y los cálculos del puente (nunca los tuvo que escribir en papel y los explicaba sobre la arena, o por lo menos eso dicen..). Orgulloso de haber terminado su obra, don José María la probó quedándose en ella durante un par de horas con su familia y no se cuentas vacas. Por el relato del guía le cogí cariño al borrachito y al puente.


Aunque fue una visita express, Santa Fe de Antioquia me cautivó. Esas pocas horas fueron el aperitivo perfecto para querer volver y explorarla a fondo. De que regresaré no hay duda.