Hagia Sophia
Creada originalmente como una iglesia cristiana ortodoxa en el año 537 (¡Tiene casi milenio y medio de construida!), Santa Sofía posteriormente se convertiría en una mezquita (cuando Constantinopla fue tomada por los Otomanos), y finalmente en el museo que conocemos en la actualidad. Su decoración mezcla elementos islámicos con imágenes cristianas, convirtiendo a este antiguo templo en una singularidad que merece ser disfrutada con calma.
Estando en Hagia Sophia no pude dejar de sentir el peso de la historia sobre mis hombros. Me sentí afortunado de estar en el mismo lugar en que, por sólo mencionar un ejemplo, el cardenal Humberto excomulgó a Miguel I Cerulario en 1054, acto que comúnmente se considera como el comienzo del Gran Cisma (separación de la iglesia católica de Roma con la ortodoxa). O si se quiere un poco de historia más cercana, basta con mencionar que el Papa Francisco estuvo allá en la visita que realizó a Turquía en noviembre de 2014.
Estando en Santa Sofía también me sentí como si estuviera de visita en España. La cantidad de españoles que había en el lugar era sorprendente, por donde caminara escuchaba acento ibérico. Me sentí tan feliz de escuchar mi idioma que incluso intenté entablar conversación con uno de los turistas que estaba en la iglesia. Fue en vano, con semejante edificio era normal que me ignoraran. Aunque en mi visita algunas partes de la estructura se encontraban en labores de restauración, lo que vi de Hagia Sophia fue suficiente para afirmar que vale la pena hacer las enormes filas que se forman para ingresar. Sea por motivos arquitectónicos, religiosos o culturales, no se debe descartar de ningún itinerario que se tenga de Estambul. Cerca a Santa Sofía y a la Mezquita Azul se encuentra el Museo Arqueológico de Estambul. Confieso que al haber nacido en una ciudad sin un solo museo, este tipo de lugares me fascinan. El tiempo que pasé ahí aprendí más de historia antigua que durante todos mis años en el colegio (nada personal, sistema educativo colombiano). Me sentí como si estuviera en Egipto, en el antiguo Imperio Romano o en la cuarta parte de Una Noche en el Museo. En el primer piso del Museo Arqueológico se encuentra una exposición de esculturas de la edad arcaica, antigua y romana, al igual que una amplia colección de sarcófagos. Entre los más famosos se destacan el Sarcófago de Alejandro (Magno), el Sarcófago de la Mujer que Llora y el Sarcófago de Tabnit. Estambul a través de los tiempos es otras de las colecciones que alberga el museo. En esta sala se puede hacer un completo recorrido de la historia de la ciudad, desde su época como capital del Imperio Bizantino, hasta su posterior conquista por los otomanos y su días más recientes como la metrópolis más importante de Turquía. Los datos y hechos que rodean la ciudad son tan impresionantes que, una vez terminada la visita al museo, uno empieza a ver Estambul con otros ojos, aprende a admirarla por su pasado.
Sarcófagos, sarcófagos everywhere...
De ver tantos sarcófagos me dieron ganas de tener uno propio como morada para la eternidad
En el museo no solo está el sarcófago de Tabnit, sino tambien sus restos (Tabnit fue un rey cananeo de Sidon)
Tal vez por el cansancio, o porque al escuchar las palabras "palacio" "sultán" y "harén" juntas uno se crea una gran expectativa, el Palacio de Topkapi me pareció un poco decepcionante. Creí que sería más grande (alto), con más adornos o con paredes de oro (lo se, antes de visitarlo creé una imagen un poco errónea de lo que en realidad era). La cantidad de personas que lo recorrían tampoco fueron de gran ayuda para recorrerlo con calma y creo que perdí la oportunidad de explorarlo a fondo.
Como sea, no puedo dejar de reconocer que el área en que está construido es enorme, los jardines que lo rodean son bonitos y algunas de sus salas son realmente impresionantes. La salas del tesoro imperial y de las armas, por ejemplo, son colecciones a las que vale la pena dedicarles un poco de tiempo.
A casi toda sala de exhibición dentro de Topkapi había largas filas para ingresar
Pero a pesar de la cantidad de personas que atiborraban el Palacio de Topkapi, su visita también vale la pena
Para ingresar al harén (que se encuentra prácticamente pegado al Palacio de Topkapi) se debe comprar un tiquete adicional. Sin embargo, y es mi humilde opinión, su visita se puede obviar. Porque se puede dejar de visitar el harén pero, bajo ninguna circunstancia, la Cisterna de Basílica. Aunque no es muy grande (y probablemente ese sea un punto a su favor), esta estructura es capaz de albergar 80.000 m3 de agua y, durante la época bizantina y del Imperio Otomano, fue una fuente permanente del preciado líquido.
Cisterna de la Basílica
El lugar es absolutamente sobrecogedor. Las 336 columnas, de 9 metros de alto y construidas en marmol, junto con el agua, los peces y la iluminación tenue, son una mezcla perfecta para garantizar un momento de tranquilidad. Si hubiera sido por mí, me hubiera quedado durante horas en la cisterna. Algunos datos útiles Aunque la Mezquita Azul, Santa Sofía, el Palacio de Topkapi, el Museo Arqueológico de Estambul y la Cisterna de la Basílica están muy cerca una de otra, no aconsejo visitarlas en el mismo día. En mi caso le dediqué dos días y, aún así, fue agotador. Si puede, tómese su tiempo. Evite hacer fila y adquiera el Museum Pass. Además de evitar tener que comprar la entrada en cada uno de los sitios que pretenda visitar, ahorrará dinero. Hay diferente clases de tarjetas, desde 72 horas hasta 5 días. La de 72 horas, por ejemplo, vale 85 liras turcas (alrededor de 85 mil pesos colombianos) y permite la entrada de todos los lugares mencionados en este artículo (incluyendo el harén, pero excluyendo la Cisterna de la Basílica), además de otros museos. Consulte mas información en http://www.muze.gov.tr/tr/muzekart. |