Sultanahmet, el corazón de Estambul (Turquía - Parte II)

Mezquita Azul

Si hay un lugar en Estambul en que se puedan condensar su historia y magia en unos cuantos kilómetros cuadrados, ese es Sultanahmet. Al llegar a la ciudad fue el primer lugar que visité y noté que su fama entre turistas no es gratuita. A continuación, los cinco lugares que no se deben dejar de visitar en la zona. 

Antes de mi viaje, cada vez que pensaba en Turquía, una imagen siempre venía a mi cabeza: la Mezquita Azul. Así como Paris tiene a la Torre Eiffel, Roma a su Coliseo y Nueva York a la Estatua de la Libertad, Estambul cuenta con este magnífica edificación religiosa de cuatrocientos años de antigüedad. Es, a mi juicio, el ícono de la ciudad. 

Por tratarse de un templo que aún es frecuentado por musulmanes practicantes, ingresar a la Mezquita Azul implica cumplir con ciertas normas: las mujeres deben portar un velo que cubra su cabeza (sino tienen uno propio en la entrada le prestan uno gratis) y todas las personas deben hacer el recorrido sin zapatos (en la entrada también regalan bolsas plásticas para guardarlos mientras se recorre el lugar). 

El interior de la mezquita es una mezclara rara entre fervor religioso de decenas de locales que acuden para hacer sus oraciones, con el fanatismo de cientos de turistas que recorren el lugar en busca de buenas fotos y videos. Aunque no los culpo, el templo es majestuoso y vencer la tentación de no sacar la cámara es muy difícil. 

La decoración del lugar es majestuosa. Alrededor de 200 vitrales, con diseños complejos pero armoniosos, iluminan el lugar, junto con diversas "lámparas de araña" que proporciona luz adicional. Según mi investigación post-visita, las lámparas originales fueron hechas con huevos de avestruz que se colocaron para evitar que las arañas entraran en la mezquita e hicieran telarañas (aunque no estoy muy seguro de cómo funcionaba eso).

Pero si la Mezquita Azul me gustó, Hagia Sophia (Santa Sofía) no se quedó atrás. Aunque su estructura externa no es tan impresionante como la del templo musulmán, su interior, antigüedad e historia la llevaron a ocupar los lugares de preferencia de mis lista de maravillas de Estambul.
Hagia Sophia

Creada originalmente como una iglesia cristiana ortodoxa en el año 537 (¡Tiene casi milenio y medio de construida!), Santa Sofía posteriormente se convertiría en una mezquita (cuando Constantinopla fue tomada por los Otomanos), y finalmente en el museo que conocemos en la actualidad. Su decoración mezcla elementos islámicos con imágenes cristianas, convirtiendo a este antiguo templo en una singularidad que merece ser disfrutada con calma. 

Estando en Hagia Sophia no pude dejar de sentir el peso de la historia sobre mis hombros. Me sentí afortunado de estar en el mismo lugar en que, por sólo mencionar un ejemplo, el cardenal Humberto excomulgó a Miguel I Cerulario en 1054, acto que comúnmente se considera como el comienzo del Gran Cisma (separación de la iglesia católica de Roma con la ortodoxa). O si se quiere un poco de historia más cercana, basta con mencionar que el Papa Francisco estuvo allá en la visita que realizó a Turquía en noviembre de 2014. 

Estando en Santa Sofía también me sentí como si estuviera de visita en España. La cantidad de españoles que había en el lugar era sorprendente, por donde caminara escuchaba acento ibérico. Me sentí tan feliz de escuchar mi idioma que incluso intenté entablar conversación con uno de los turistas que estaba en la iglesia. Fue en vano, con semejante edificio era normal que me ignoraran. 

Aunque en mi visita algunas partes de la estructura se encontraban en labores de restauración, lo que vi de Hagia Sophia fue suficiente para afirmar que vale la pena hacer las enormes filas que se forman para ingresar. Sea por motivos arquitectónicos, religiosos o culturales, no se debe descartar de ningún itinerario que se tenga de Estambul. 

Cerca a Santa Sofía y a la Mezquita Azul se encuentra el Museo Arqueológico de Estambul. Confieso que al haber nacido en una ciudad sin un solo museo, este tipo de lugares me fascinan. El tiempo que pasé ahí aprendí más de historia antigua que durante todos mis años en el colegio (nada personal, sistema educativo colombiano). Me sentí como si estuviera en Egipto, en el antiguo Imperio Romano o en la cuarta parte de Una Noche en el Museo. 

En el primer piso del Museo Arqueológico se encuentra una exposición de esculturas de la edad arcaica, antigua y romana, al igual que una amplia colección de sarcófagos. Entre los más famosos se destacan el Sarcófago de Alejandro (Magno), el Sarcófago de la Mujer que Llora y el Sarcófago de Tabnit. 



Estambul a través de los tiempos es otras de las colecciones que alberga el museo. En esta sala se puede hacer un completo recorrido de la historia de la ciudad, desde su época como capital del Imperio Bizantino, hasta su posterior conquista por los otomanos y su días más recientes como la metrópolis más importante de Turquía. Los datos y hechos que rodean la ciudad son tan impresionantes que, una vez terminada la visita al museo, uno empieza a ver Estambul con otros ojos, aprende a admirarla por su pasado. 


Sarcófagos, sarcófagos everywhere...

De ver tantos sarcófagos me dieron ganas de tener uno propio como morada para la eternidad

En el museo no solo está el sarcófago de Tabnit, sino tambien sus restos (Tabnit fue un rey cananeo de Sidon)

Tal vez por el cansancio, o porque al escuchar las palabras "palacio" "sultán" y "harén" juntas uno se crea una gran expectativa, el Palacio de Topkapi me pareció un poco decepcionante. Creí que sería más grande (alto), con más adornos o con paredes de oro (lo se, antes de visitarlo creé una imagen un poco errónea de lo que en realidad era). La cantidad de personas que lo recorrían tampoco fueron de gran ayuda para recorrerlo con calma y creo que perdí la oportunidad de explorarlo a fondo. 


Como sea, no puedo dejar de reconocer que el área en que está construido es enorme, los jardines que lo rodean son bonitos y algunas de sus salas son realmente impresionantes. La salas del tesoro imperial y de las armas, por ejemplo, son colecciones a las que vale la pena dedicarles un poco de tiempo. 

A casi toda sala de exhibición dentro de Topkapi había largas filas para ingresar

Pero a pesar de la cantidad de personas que atiborraban el Palacio de Topkapi, su visita también vale la pena

Para ingresar al harén (que se encuentra prácticamente pegado al Palacio de Topkapi) se debe comprar un tiquete adicional. Sin embargo, y es mi humilde opinión, su visita se puede obviar. 

Porque se puede dejar de visitar el harén pero, bajo ninguna circunstancia, la Cisterna de Basílica. Aunque no es muy grande (y probablemente ese sea un punto a su favor), esta estructura es capaz de albergar 80.000 m3 de agua y, durante la época bizantina y del Imperio Otomano, fue una fuente permanente del preciado líquido. 


Cisterna de la Basílica

El lugar es absolutamente sobrecogedor. Las 336 columnas, de 9 metros de alto y construidas en marmol, junto con el agua, los peces y la iluminación tenue, son una mezcla perfecta para garantizar un momento de tranquilidad. Si hubiera sido por mí, me hubiera quedado durante horas en la cisterna. 

Algunos datos útiles

Aunque la Mezquita Azul, Santa Sofía, el Palacio de Topkapi, el Museo Arqueológico de Estambul y la Cisterna de la Basílica están muy cerca una de otra, no aconsejo visitarlas en el mismo día. En mi caso le dediqué dos días y, aún así, fue agotador. Si puede, tómese su tiempo. 



Evite hacer fila y adquiera el Museum Pass. Además de evitar tener que comprar la entrada en cada uno de los sitios que pretenda visitar, ahorrará dinero. Hay diferente clases de tarjetas, desde 72 horas hasta 5 días. La de 72 horas, por ejemplo, vale 85 liras turcas (alrededor de 85 mil pesos colombianos) y permite la entrada de todos los lugares mencionados en este artículo (incluyendo el harén, pero excluyendo la Cisterna de la Basílica), además de otros museos. Consulte mas información en http://www.muze.gov.tr/tr/muzekart